Hoy en día poner en marcha un coche es tan fácil como acceder a él, girar la llave o pulsar un botón y oír como el motor ronronea o, en caso de ser un coche eléctrico, ver como el display indica que todo está en funcionamiento. Sin embargo, las cosas no siempre fueron tan sencillas: así ha evolucionado el encendido del motor del coche. En los albores de la automoción había un elemento clave para arrancar un automóvil: la manivela. Ésta, ensartada en el frontal del vehículo, era la encargada de poner el marcha el motor, algo que se hacía a base de esfuerzo humano, pues alguien tenía que ponerse a girarla hasta que el bloque reaccionase.A priori no parece buen modus operandi, porque era cansado, pero es que además era muy peligroso, puesto que una vez que el motor se ponía en marcha, generaba un efecto de retroceso que impulsaba la palanca en la dirección de giro contraria, lo que produjo innumerables accidentes graves e incluso fallecimientos.Esa etapa “oscura” terminó gracias a Charles Franklin Kettering, quien fue el inventor del motor de arranque, que se acopló a un automóvil por primera vez en 1912, concretamente al Cadillac Touring Edition, que en su publicidad se anunciaba como “el coche que no tiene manivela”.
El motor de arranque es un motor eléctrico que cuenta con imanes reducidos, que se encargan de sobrepasar la resistencia inicial de los componentes cinemáticos del motor para arrancarlo. El sistema está formado por motor de arranque, interruptor, batería y cableado.
Más adelante se incorporaron las llaves a la ecuación, como un elemento que se encargaba de iniciar el proceso al introducirlas en el contacto y girarlas.
Sin embargo, su evolución también fue notable. Al principio eran muy sencillas e incluso intercambiables de un coche a otro. Después dejaron de ser planas y tenían “dibujo” en una de las caras, hasta que empezaron a emplearse las que tenían forman en las dos caras.
Eso nos lleva a la última evolución, por el momento, de los sistemas de encendido del motor del coche: el KESSY.
Se trata de un sistema de acceso y arranque en el que ni siquiera es necesaria la llave, con solo acercarse al vehículo este reconoce la llave (o el smartphone) del usuario y desbloquea las puertas de manera automática. Una vez dentro, basta tan solo con apretar un botón para que el motor se ponga en marcha.
Sin duda una situación muy diferente a la que vivieron nuestros antepasados en la que algo aparentemente tan sencillo como arrancar un coche podía implicar incluso lesiones graves.